"Martes por la mañana, me tocaba la visita semanal con mi ventrílocuo para que me mirara lo de las varices...
Subí al autobús con una agradable sonrisa que se me borró de repente cuando el conductor me cobró 7 eurazos por un trozo de papel cuadrao. Lo cogí de mala gana y me senté en mi asiento con la idea de recuperar el dinero invertido en el viaje a toda costa.
Habiamos recorrido apenas 500 metros y yo estaba intentando desenroscar el extintor de la pared con los dientes cuando el autobús comenzó a vibrar de un modo repentino. A grito de “A MÍ NO ME ADELANTA NI DIOS!!!” el conductor del Costazul, con los ojos inyectados en sangre, acababa de meter una marcha que ni siquiera venia dibujada en la manilla de la palanca de cambios, entrando el aparato en repentino estado de centrifugado.
El pánico comenzó a cundir. Mientras los tornillos de ventanas y asientos iban rodando por el pasillo central yo me afanaba por recuperar alguna pieza dental del suelo del vehículo. El moro que tenía al lado se puso a dar cabezazos en todas direcciones intentando de forma desesperada orientarse hacia la Meca mientras farfullaba no sé que leches, pero con tanta mimbreo y tanta curva lo único que consiguió fue marearse y vomitarme encima a mi y a los pasajeros de las 4 filas anteriores y posteriores.
Esto ya desató la histeria colectiva. La gente empezó a vocear, escupir y sacar sus partes intimas al aire. Yo por mi parte empecé a devorar un bocadillo de chopped que mágicamente calló en mis manos. Todo era muy confuso y me era complicado seguir el hilo de la película VHS que se proyectaba en el monitor del vehículo pese a la simpleza de su argumento. De pronto se oyó un estruendo y el autobús comenzó a inclinarse hacia la derecha, poniéndose a dos ruedas. El autobusero gritó. "TOS PALAIZQUIERDAAAAA!!!", y acto seguido todos seguimos sus instrucciones, menos un ciego que se tiro arrastrando por el pasillo y un bizco que se lanzó para el lado contrario. No hubo nada que hacer, el autocar volcó.
Yo perdí el sentido, no sé exactamente que pasó después... Sólo sé que cuando desperté me encontraba enredada en una mata de esparto. Al levantarme contemplé el panorama con horror. A unos metros de mí un amasijo de hierros, cuerpos despachurrados por todos lados y gente corriendo en circulos y gritando como loca.
Estabamos en medio de ninguna parte, en una rotonda de la M-30..."
Continuará...
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